lunes, 3 de agosto de 2009

Identifican los restos de un detenido desaparecido jujeño

El cuerpo de Juan Carlos Arroyo, reconocido dirigente del Peronismo Revolucionario y detenido-desaparecido durante la última dictadura militar, fue recuperado por el Equipo Argentino de Antropología Forense y será trasladado a Jujuy.

Sus hijas, Sofía, Marina y María Eva Arroyo, junto a su madre y hermana, han decidido que sea velado en la sede de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), desde el viernes 7 de agosto a las 16 hs., en donde recibirá el homenaje de sus familiares, compañeros y compañeras; a las 19:30 hs., en esa misma sede, se oficiará una misa. El sábado 8, a las 16:30 hs., será conducido al cementerio municipal de Palpalá.

Previamente, el viernes 7, a las 10:30 hs., en la sede de la Asociación de Docentes e Investigadores de la Universidad Nacional de Jujuy (ADIUNJu), sita en Independencia Nº 188, se ofrecerá una conferencia de prensa.

La madrugada del 28 de octubre de 1976, el Negro Arroyo fue secuestrado en la localidad de Moreno, Provincia de Buenos Aires, junto a sus compañeras Gladis del Valle Porcel (embarazada) y Marta Taboada, por una patota de fuerzas conjuntas. Fueron recluidos en el CCD (Centro Clandestino de Detención) Proto Banco, que funcionaba en la cabellaría de la Brigada Güemes, perteneciente a la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Fue visto por última vez en febrero de 1977, cuando lo sacaron, junto al dirigente Dipascuale, para asesinarlo.

Su cuerpo fue recuperado e identificado por el Equipo de Antropología Forense (EAAF). Había sido enterrado en una fosa común, en febrero de 1977, en el cementerio de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires.

Juan Carlos Arroyo, “El Negro”, nació el 10 de julio de 1943, en San Pedro, provincia de Jujuy. A los tres años, fue a vivir a Palpalá junto a su madre Azucena Iriarte, su padre Máximo Arroyo y su hermana de Gladis. Hizo la primaria en la Escuela Nacional Nº 34, de Palpalá y curso la secundaria en la Escuela Nacional de Comercio Nº 1, de San Salvador de Jujuy.

Después del intento fallido por entrar al Liceo Militar, ingresa a la Facultad de Medicina en Córdoba. Durante su permanencia en esa ciudad, viaja a Cuba, en donde recibe instrucción teórica-militar.

Al retornar de Córdoba, en el año 1968, trabajo en la Proveeduría de Altos Hornos Zapla. En abril de ese año, nacen sus dos primeras hijas: María Eva y Sofía y, en junio de 1976, nace la pequeña Marina.

Su activa militancia está signada por persecuciones permanentes: sufre la primera detención, por razones políticas, en mayo de 1970. Posteriormente, en agosto de ese mismo año, lo detienen nuevamente y lo trasladan al penal de Villa Urquiza (Tucumán), de donde se fuga, en septiembre de 1971, junto con militantes del ERP y con su amigo y compañero de toda la vida, Mario Díaz (Tamalito), ambos del Frente Revolucionario Peronista (FRP).

Es recapturado en enero 1972 y trasladado al Penal de máxima seguridad de Chaco; de allí, al de Devoto y, por último, al de Rawson, de donde sale en libertad con la Amnistía de Cámpora, en mayo de 1973 y regresa a Jujuy.

Es designado Director del Archivo Histórico de la Provincia, hasta enero de 1974, función que debe abandonar a consecuencia de su opción política. En febrero de ese año, la Policía Federal realiza el primer intento de secuestro por lo que debe entrar en la clandestinidad y radicarse en Buenos Aires.

Su identidad política queda claramente plasmada cuando expresa su pensamiento en Córdoba, el 19 de noviembre de 1973, durante el Congreso del FAS (Frente Antiimperialista y por el Socialismo):

“…nosotros no somos de ninguna manera quienes traicionamos al peronismo; somos nosotros los peronistas, de un sector, el sector mayoritario, los traicionados; somos nosotros los que, llenamos las calles, luchando sin cuartel luchamos por una patria justa, libre y soberana, que hoy no puede ser de otra forma que la sociedad socialista. Por eso es muy importante recalcarles a aquellos compañeros que están tomando un camino equivocado, que están realizando prácticas conjuntas con fuerzas opuestas a la revolución que ellos predican, con fuerzas opuestas al socialismo como es el ejército. No es de esta forma como nosotros vamos a llevar adelante la revolución que procuramos ni vamos a concretar el régimen social que estamos buscando”…aquí en este momento hay dos peronismo: uno es el burgués el otro es el obrero. Durante un tiempo han podido marchar juntos porque la coyuntura internacional así lo permitía, y la coyuntura nacional también lo permitía. Esa ahora en este momento de decidir posiciones….” (El Negro Arroyo)

Sobre su trayectoria política Sofía D´Andrea escribió:

Juan Carlos Arroyo adhiere al peronismo en plena adolescencia.

Recordemos que el Justicialismo, como fuerza política, estuvo proscrito hasta 1972. Por los años sesenta, la lucha tenía por eje a los sindicatos, que unían las demandas laborales con la reivindicación de Perón como líder de la Nación. En este marco, a principios de esa década, aun viviendo en Jujuy, el “Negro” se acercó al sector sindical, especialmente a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y a otros gremios que representaban la ortodoxia peronista.

En Córdoba, se contacta con el sector sindical que, con el devenir del tiempo, se enfrentaría a Augusto Vandor: desde ese lugar participa de las luchas obreras.

El año ´64, anunciado como el del retorno de Perón en el mítico avión negro, lo encuentra cumpliendo el servicio militar en la aeronáutica Él forma parte de los grupos de apoyo interno para la llegada del General; hecho que se frustra por la detención del líder, en Brasil.

Por aquellos tiempos, la lucha anticolonialista, el nasserismo, la Revolución Argelina y Cubana, instalan sobre el tapete el acceso al poder por vía armada. Proscrito el peronismo, sus sectores combativos dirigen la mirada hacia las revoluciones triunfantes y adoptan la consigna de “Fusiles, machetes, por otro diecisiete”. Entienden que la única forma para conseguir el regreso de Perón es por medio de la revolución popular. En esa postura se enrolan, entre otros, John William Cooke y Gustavo Rearte.

El “Negro”, en 1965 se incorpora al Movimiento Revolucionario 17 de Octubre (MR-17) que conduce este último. Viaja a Cuba y regresa cautivado por la similitud de Fidel con las banderas del peronismo.

En agosto de 1968, en Buenos Aires, y enero de 1969, en Córdoba (encuentro “Taco Ralo”), el “Negro” participa de esos dos grandes cónclaves de la Tendencia Revolucionaria. Algunos sostienen la iniciación inmediata de operaciones militares mientras que otro sector plantea el trabajo político a más largo plazo. Junto a Rearte, Arroyo adhiere a esta última posición.

Por esos años, el Frente Revolucionario Peronista (FRP) de Salta, que lidera Armando Jaime, actúa con posiciones similares. Para 1970, el “Negro” se desvincula de sus contactos en Buenos Aires y se incorpora al FRP.

También los setenta presenciaron la confluencia de la izquierda y el peronismo revolucionario; las celdas compartidas, la lucha en las calles, la represión en común, permitieron el intercambio. Al interior de la Tendencia, se debatía sobre los aspectos del marxismo asimilables al peronismo; al análisis teórico se sumaban las vivencias cotidianas, que aproximaban posiciones.

A fines de 1973, el FRP se incorpora al Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS) del que formaban parte Agustín Tosco y varias organizaciones de izquierda. Dentro de este Frente, el “Negro” fue un conocido referente.

Entre 1975 y 1976, el MR-17, que fundara Rearte, y el FRP se fusionaron para formar al Frente Revolucionario 17 de Octubre (FR-17). El “Negro” fue miembro de la conducción de esta organización.

Si bien utilizaba herramientas de análisis del marxismo, adoptadas en sus últimos años de militancia, el “Negro” siguió siendo peronista hasta el fin de sus días. Ese era su sentir, si identidad mas profunda. Con aciertos y errores, lejos de las transas de partidocracia del Justicialismo, peleó hasta el ultimo aliento por la Justicia Social, que había aprendido del peronismo de su infancia. Tal vez, su pensamiento se sintetiza en una carta que me escribiera cuando lo trasladaban preso a Tucumán. En una de sus frases premonitorias decía:

“Si por esas cosas que siempre reclama la Patria no vuelvo pronto, quiero que mis hijas sean educadas en el amor al prójimo, que sientan todas la injusticias al ser humano, como si fuera en carne propia: que quieran a su Patria libre por sobre todas las cosas”